Primer principio: el deseo de conocer sólo aparece cuando somos consciente de nuestra ignorancia. Segundo princpio: nadie desea ser un ignorante ni ser reconocido como tal.
Estos princpios socráticos se olvida muy a menudo en educación. O quizás no. Quizás me equivoco y en realidad no nos hemos olvidado. Pero es igual porque quizás el problema aparece cuando intentamos definir qué significa educar y en qué consisre aprender. Es en esta cuestión en la que pueden aparecer problemas. Muy a menudo hemos fundamentado la educación en la adquisición de una serie de técnicas de repetición. Y es entonces cuando aparecen otras preguntas: nadie quiere ser un ignorante, cierto, ¿pero quién nos asegura que saldremos de la ignorancia, si sólo se nos enseña a repetir?
Sé que no todos estarán de acuerdo conmigo en esta última cuestión planteada porque, en general, los profesores somos expertos repetidores. Hemos pasado todas las pruebas desde que íbamos al colegio. Toda nuestra vida de estudiante, pasando por la universidad o, incluso, en les oposiciones, hemos utilizado la memoria como herramienta esencial. Sabemos repetir muy bien. Pero, ¿asegura la repetición siempre un buen aprendizaje? Yo creo que no. Me explico. Personalmente, estoy convencido de que aprender ortografía, una lista de reyes o hechos y fechas, o los métodos de resolución matemáticos, por sí solos, no tienen ningún sentido. ¿Por qué? Pues por el mismo hecho que nadie aprendería a batir huevos, si no es para hacerse una tortilla. Nadie aprendería a coser, si no es para hacerse una falda o coserse un botón. Es decir, sólo la conciencia de nuestra ignorancia ante un enigma o una necesidad es la que nos impulsa a encontrar soluciones. De la misma manera, sólo entenderemos qué es la la libertad, ejerciendo la libertad. Y sólo entenderemos qué es la responsabilidad, si tenemos la oportunidad de ser responsables. Aquello que llamamos aprendizaje significativo, desde mi punto de vista, no es más que una variante del principio socrático según el cual primero tenemos que saber que vivimos en la caverna para, después, ser conscientes de que no queremos vivir en ella.
La experiencia que presentamos aquí solo tiene como objetivo provocar la filosofía en un grupo de alumnos que nunca han sabido nada sobre ella. Y decimos "provocar la filosofía" porque lo que queremos es que los alumnos lleguen a entender qué es la filosofía con su practica. ¿Por qué? Pues porque la filosofiía sólo puede existir en practicándola. Por supuesto, también queremos que nuestros alumnos lleguen a cuestionarse qué es la libertad, o cuáles son las preguntas fundamentales de la ciencia, o cuál es el papel del ser humano en este mundo y en la sociedad, o en qué consiste el ejercicio de la responsabilidad política. Queremos, en definitiva, que nuestros alumnos exploren la filosofía caminando por la filosofía y que encuentren respuestas, pero a preguntas que aparezcan en su camino como enigmas que, una vez resueltos, les permitan vivir mejor.
Para hacer este camino partimos de algunas suposiciones. Partimos de la creencia de que nuestros alumnos no son estúpidos. Partimos de la creencia de que los jóvenes quieren ser libres, aunque no sepan muy bien en qué consiste la libertad. Partimos de la suposición de que no quieren que nadie les engañe. Y, por último, partimos de la creencia de que quieren ser felices, aunque la felicidad sea aún para ellos un objetivo difuso.
Trabajaremos a partir de proyectos. Y ya sé que esto puede provocar algunos problemas en nosotros, los profesores: encontrar el equilibrio entre intereses de los alumnos y temario; deshacerse de prejuicios sobre qué tendrían que saber nuestros alumnos; dejar de considerar importante todo aquello que no produzca un aprendizaje significativo. Un gran problema para el profesor y para la maldita "necesidad" de cumplir un temario. Pero tenemos muchas cartas a nuestro favor: ellos quieren saber y la filosofía les puede ofrecer respuestas a las preguntas que todos, en un momento u otro de nuestra vida, nos han preocupado.
También quiero decir que el aprendizaje basado en proyectos (ABP) es una herramienta, una metodología que implica un cambio de perspectiva sobre la actividad docente. Que este cambio no nos asegura el éxito. Que seguramente cometeré errores como docente. Pero también estoy convencido de que puedo ayudar a todos mis alumnos y, al menos, creo que podré despertar su motivación.
Por último, queremos aclarar que, como dice el subtítulo del blog, esta es una experiencia abierta. ¿Qué quiere decir "abierta"? Pues abierta en el sentido de que no conocemos el camino que haremos, abierta en el sentido de que somos conscientes de que ésta no es una propuesta acabada y cerrada, sino que es una propuesta que tendrá que mejorar y que, por lo tanto, es una experiencia para aprender. Así pues, gracias a nuestros alumnos por la oportunidad que nos ofrecen de aprender con ellos.
Estos princpios socráticos se olvida muy a menudo en educación. O quizás no. Quizás me equivoco y en realidad no nos hemos olvidado. Pero es igual porque quizás el problema aparece cuando intentamos definir qué significa educar y en qué consisre aprender. Es en esta cuestión en la que pueden aparecer problemas. Muy a menudo hemos fundamentado la educación en la adquisición de una serie de técnicas de repetición. Y es entonces cuando aparecen otras preguntas: nadie quiere ser un ignorante, cierto, ¿pero quién nos asegura que saldremos de la ignorancia, si sólo se nos enseña a repetir?
Sé que no todos estarán de acuerdo conmigo en esta última cuestión planteada porque, en general, los profesores somos expertos repetidores. Hemos pasado todas las pruebas desde que íbamos al colegio. Toda nuestra vida de estudiante, pasando por la universidad o, incluso, en les oposiciones, hemos utilizado la memoria como herramienta esencial. Sabemos repetir muy bien. Pero, ¿asegura la repetición siempre un buen aprendizaje? Yo creo que no. Me explico. Personalmente, estoy convencido de que aprender ortografía, una lista de reyes o hechos y fechas, o los métodos de resolución matemáticos, por sí solos, no tienen ningún sentido. ¿Por qué? Pues por el mismo hecho que nadie aprendería a batir huevos, si no es para hacerse una tortilla. Nadie aprendería a coser, si no es para hacerse una falda o coserse un botón. Es decir, sólo la conciencia de nuestra ignorancia ante un enigma o una necesidad es la que nos impulsa a encontrar soluciones. De la misma manera, sólo entenderemos qué es la la libertad, ejerciendo la libertad. Y sólo entenderemos qué es la responsabilidad, si tenemos la oportunidad de ser responsables. Aquello que llamamos aprendizaje significativo, desde mi punto de vista, no es más que una variante del principio socrático según el cual primero tenemos que saber que vivimos en la caverna para, después, ser conscientes de que no queremos vivir en ella.
La experiencia que presentamos aquí solo tiene como objetivo provocar la filosofía en un grupo de alumnos que nunca han sabido nada sobre ella. Y decimos "provocar la filosofía" porque lo que queremos es que los alumnos lleguen a entender qué es la filosofía con su practica. ¿Por qué? Pues porque la filosofiía sólo puede existir en practicándola. Por supuesto, también queremos que nuestros alumnos lleguen a cuestionarse qué es la libertad, o cuáles son las preguntas fundamentales de la ciencia, o cuál es el papel del ser humano en este mundo y en la sociedad, o en qué consiste el ejercicio de la responsabilidad política. Queremos, en definitiva, que nuestros alumnos exploren la filosofía caminando por la filosofía y que encuentren respuestas, pero a preguntas que aparezcan en su camino como enigmas que, una vez resueltos, les permitan vivir mejor.
Para hacer este camino partimos de algunas suposiciones. Partimos de la creencia de que nuestros alumnos no son estúpidos. Partimos de la creencia de que los jóvenes quieren ser libres, aunque no sepan muy bien en qué consiste la libertad. Partimos de la suposición de que no quieren que nadie les engañe. Y, por último, partimos de la creencia de que quieren ser felices, aunque la felicidad sea aún para ellos un objetivo difuso.
Trabajaremos a partir de proyectos. Y ya sé que esto puede provocar algunos problemas en nosotros, los profesores: encontrar el equilibrio entre intereses de los alumnos y temario; deshacerse de prejuicios sobre qué tendrían que saber nuestros alumnos; dejar de considerar importante todo aquello que no produzca un aprendizaje significativo. Un gran problema para el profesor y para la maldita "necesidad" de cumplir un temario. Pero tenemos muchas cartas a nuestro favor: ellos quieren saber y la filosofía les puede ofrecer respuestas a las preguntas que todos, en un momento u otro de nuestra vida, nos han preocupado.
También quiero decir que el aprendizaje basado en proyectos (ABP) es una herramienta, una metodología que implica un cambio de perspectiva sobre la actividad docente. Que este cambio no nos asegura el éxito. Que seguramente cometeré errores como docente. Pero también estoy convencido de que puedo ayudar a todos mis alumnos y, al menos, creo que podré despertar su motivación.
Por último, queremos aclarar que, como dice el subtítulo del blog, esta es una experiencia abierta. ¿Qué quiere decir "abierta"? Pues abierta en el sentido de que no conocemos el camino que haremos, abierta en el sentido de que somos conscientes de que ésta no es una propuesta acabada y cerrada, sino que es una propuesta que tendrá que mejorar y que, por lo tanto, es una experiencia para aprender. Así pues, gracias a nuestros alumnos por la oportunidad que nos ofrecen de aprender con ellos.
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